De las Quijotescas aventuras de Cervantes y sus actuales molinos de viento-Salud Mental, entrenamiento y entornos inclusivos-
- María Guadalupe Ortega
- 10 jul
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 18 ago
En tiempos armagedónicos, donde la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad son las nuevas “destrezas” o “capacidades top” que buscamos ya "instaladas" en las personas, en términos de empleabilidad y productividad creo que nos hemos ido moviendo paulatinamente de un paradigma de “especialización” a un modelo más “holístico”; donde el sujeto que colabora con los resultados, es reconocido también como persona y donde más allá de sus capacidades técnicas, existe otro personaje que se había mantenido en “segundo plano”, un ser humano emocional que debe funcionar también en un sistema, con otros “sujetos emocionales” en constante interacción para lograr metas comunes.
Desde esta integración en el ámbito laboral, la actualización de planes de desarrollo y carrera, ya no enfocados únicamente en el desarrollo de competencias o habilidades técnicas, sino más bien, con enfoques basados en el reforzamiento de las habilidades o competencias predominantes en cada colaborador (es decir, su zona de brillantez) es uno de los logros más significativos que hemos venido implementando desde hace algún tiempo, para maximizar el desempeño del talento clave o en el desarrollo de equipos de trabajo de alto desempeño. Desde éste nuevo abordaje se abrió paso también al desarrollo de otros temas que en un pasado eran irrelevantes en el ambiente de trabajo pero hoy son determinantes en el éxito organizacional, temas como las emociones o a la salud mental cobran más fuerza en los ambientes de trabajo (y demás esferas sociales) mientras que en un pasado no muy lejano, eran parte de una agenda “oscurantista”, fuera del campo laboral y delegada exclusivamente al ámbito clínico en el famoso y gastado “Diván”, del cual sólo unos tantos, con capacidad de insight, tenían acceso para sus procesos de ajuste, reparación y enderezado.
Afortunadamente las organizaciones han evolucionado en la comprensión de un ser humano altamente complejo y desde las áreas especializadas de gestión humana, se han abierto espacios de conversación y sensibilización sobre el complejo “mundo emocional”, que ha dado frutos y hoy demandan una mayor atención en los planes de acción corporativos, para la generación no sólo de mejores resultados, sino también en la construcción de entornos laborales saludables que promuevan la retención del talento y fidelización de la marca.
Organizacionalmente, hemos avanzado mucho en cuanto al entendimiento de la Salud Mental, sin embargo, aún quedan “terrenos áridos” donde hacer ajustes, en relación a “Qué” deberíamos hacer y al “Cómo” estar preparados, para atender mayores complejidades que se nos avecina, en una fuerza de trabajo en proceso de Formación, que apenas se prepara para insertarse al mundo laboral y que, desde edades muy tempranas, cada vez más jóvenes y adolescentes, manifiestan síntomas que nos hablan de un deterioro en su salud mental; algo que no ocurría en décadas anteriores (salvo casos aislados) donde la predominancia a desarrollar alguna condición, se reservaba para la adultez media, es decir, personas laboralmente activas que habían ya recorrido un camino en su carrera profesional y no como ocurre hoy, en personas apenas en proceso de formación y preparación para integrarse al demandante mundo laboral.
Este escenario debe alertarnos a realizar cambios ya no sólo en el cómo abordamos el desarrollo de habilidades o competencias para optimizar el desempeño en entornos cambiantes que se preparan para las nuevas demandas y retos de la era digital; sino que este ajuste a mi parecer, debe de ir de la mano con otros temas de discusión donde la capacitación como proceso educativo y transformador, sea una herramienta por excelencia, al servicio de las organizaciones, para contener y anticipar efectos nocivos en las dinámicas organizacionales, como podrían ser: altas tazas de rotación, incidencias laborales, ausentismo, incapacidades y otras variables donde la Salud Mental impacta directamente los resultados, generando tensión y retraso en las metas corporativas y demás procesos del complejo universo laboral.
Desde hace algún tiempo, los esfuerzos por acompañar a los equipos y sensibilizar, sobre lo que se avecinaba en una era de cambios y nuevos retos, nos permitió ir preparando gradualmente a las organizaciones, en la importancia de adoptar rápidamente nuevos modelos, para entrar en la categoría de empresas adaptadas y modernas de una nueva era, que son las que se sostendrán en relación a las no adaptadas y arcaicas.
Es desde esa puesta en escena, donde la Salud Mental ya no solo es tema de unos cuantos, sino es tema de todos, hoy más vigente que nunca rompe las barreras de la individualidad y trasciende al ámbito social y laboral y aún más allá, desde un alcance mayor, en el correcto funcionamiento de las economías globales; no en vano la OMS ha declarado la Salud Mental como un -Derecho Humano Universal- lo cual nos debe alentar, sobre el avance social logrado en ésta materia, sacando finalmente el tema del oscurantismo a la luz y más allá, siendo temas de discusión a lo interno de las organizaciones, visibles en sus propuestas de aprendizaje y pilares estratégicos para el logro de resultados.
Desde otro ángulo, desde un enfoque psicológico-clínico, enfermedades tipificadas en el espectro de los trastornos del estado del ánimo como la ansiedad y la depresión, que hasta hace unos pocos años, eran considerados “tabú” o se padecían en silencio; son parte del repertorio de las enfermedades con mayor incidencia, que han pasado a ser “normales” en las conversaciones de café, almuerzos entre colegas y ni que decir, a lo interno de las familias, normalizando comportamientos y síntomas que hasta hace muy poco, ignorábamos o no le dábamos la importancia al tema del autocuidado y el balance vida-trabajo; hasta que aparecieron los ataques cardiacos masivos, pero sin ninguna justificación clínica real, haciéndonos un llamado de atención generalizado, sobre la relevancia del tema y cómo capacitar a la fuerza laboral, en temas de Salud Mental, claves para su óptimo rendimiento.
Muchos enfoques psicológicos han considerado la mente, en su estado natural, como “neuróticamente activa”; siendo así, desde éste planteamiento, la clave estaría en saber “adiestrarla” y darle las herramientas o estrategias para que pueda desempeñarse en toda su capacidad, de lo contrario, aplicaría aquel viejo adagio que decía “Lo que no evoluciona, tiende a degradarse” y la evolución es inherente a nosotros como los principales actores de ésta Gran Película, es parte del guion, entonces la adaptación y las herramientas para aprender a lograrlo, son cada vez más necesarias y pertinentes en los ambientes de trabajo.
Condiciones que en un pasado se reservaban para un segmento reducido de la población, pasaron a ser hoy el diario vivir, de muchas personas en comportamientos ya normalizados, generándome así curiosidad del cómo clasificarán estas condiciones las próximas actualizaciones del DSM-V o manuales diagnósticos, cuando son condiciones compartidas ya no por una “minoría”, sino por la mayoría de la población ¿Habrá nuevas variantes como ocurrió con las gripes u otros virus en algún momento? O ¿perderán notoriedad cuando nos adaptemos y aprendamos a vivir con ellas, en una sociedad cada vez más exigente y demandante? siendo así, nada de qué alarmarnos, como dijo el Psiquiatra Dr. Charles T. Tart – pasaríamos a estar “viviendo en un trance consensuado”-.
Adiestrar nuestro “Sistema mental” para que pueda operar “sin distorsiones” y en completa plenitud de su potencial, será sin duda tema indispensable en agendas y propuestas de entrenamiento renovadas; así como la incorporación de nuevas herramientas y procesos socioeducativos en temas de Salud Mental desde edades muy tempranas, pienso cobrarán mayor fuerza para poder sostener un nuevo orden que aspira a ser inclusivo pero dinámico, en ambientes laborales facilitadores de talentos diversos y seguros para todos.
Cuando estamos listos para profundizar en nuestro trabajo, ya no sólo en una dimensión personal, sino en soluciones efectivas para una sociedad que se reinventa y en constante movimiento, creo que daremos un salto aún mayor, en el entendimiento de la Salud Mental desde otros enfoques que, hasta el momento, podrían considerarse impensable o revolucionarios en el hoy, pero trascendentales para el entendimiento de la fuerza laboral futura.
Haciendo eco a las palabras de nuestro tan recordado Señor Quijote, cuando le decía a su inseparable amigo Sancho: -“Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí Yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa”-, enseñándonos sobre cómo la verdad es relativa y desde su óptica, como el abordaje de la Salud Mental y ciertas condiciones, en el futuro, podrían ser relativas también; todo dependerá de los vientos que muevan las aspas de los molinos, para ejecutar sus funciones de manera óptima.